Hace un par de meses, en uno de nuestros artículos sobre PRL hablamos del tecnoestrés, un concepto que aunque parezca asociado a la vida desde que empezó la pandemia, en realidad ya existía pero ha aumentado. Lo mismo pasa con la hiperconexión laboral, un problema de salud laboral del que ya están empezando a hablar los medios de comunicación.

La encargada de dar visibilidad a este problema ha sido la Federación Aspa de Servicios de Prevención Ajenos, que hace algunos días ha presentado el ‘Estudio de los efectos de la hiperconexión digital en la salud laboral de los Trabajadores‘ , en el que destaca que el 75% de los empleados está en riesgo de sufrir los efectos de la conocida hiperconexión laboral.

No hay duda que las llamadas TIC (tecnologías de la información y la comunicación) han hecho posible que una gran parte de la población activa pudiera mantener su empleo a pesar de la pandemia. Además, los cambios han ido más allá y 18 meses después de la llegada de la COVID-19, el 30% de trabajadores españoles seguía desarrollando su empleo a distancia, algo que jamás hubiera sido posible sin el amplio despliegue tecnológico del que disponemos en nuestro país. No obstante, esto puede llegar a ser una arma de doble filo en el momento en que las personas en situación de empleo activo pasan a tener una excesiva dependencia de su trabajo (en muchas ocasiones, debido a las exigencias de su empresa), lo que sin duda es un nuevo tipo de riesgo que la PRL debe saber afrontar.

Uno de los principales problemas al que nos afrontamos en esta nueva etapa laboral es el de confundir la flexibilidad con el estar siempre disponibles. De hecho, el citado estudio subraya que “más de la mitad de los trabajadores reconoce que realiza tareas en sus horas libres y recibe correos o comunicaciones en horas no laborales”.

Ante ese exceso de trabajo, lógicamente hay más riesgos derivados, más allá de la hiperconexión laboral. Un trabajador que pase demasiadas horas desarrollando su actividad laboral (especialmente si lo hace a través de teletrabajo) aumentará su sedentarismo (con las consecuencias que eso conlleva) o puede sufrir diferentes tipos de riesgos laborales ergonómicos.

Algunas de las propuestas para hacer frente al problema de la hiperconexión laboral son reducir la jornada laboral (de hecho, cada vez más empresas proponen pasar de 5 a 4 días semanales de trabajo) o limitar la recepción de correos electrónicos o llamadas solo a horas de trabajo.

El nuevo panorama laboral al que las empresas se enfrentan debe tener muy claro el nuevo escenario, sus actores y sus riesgos. Precisamente por ese motivo, tanto el responsable de prevención de riesgos laborales como todo su departamento deberán trazar un plan de prevención en el que no solo se aporten soluciones a problemas de salud laboral. No obstante, como siempre pasa en el entorno de la PRL, será primordial una buena formación para que los trabajadores sean capaces de gestionar el tiempo y de limitar los espacios.